Por fin nos conocemos.
Con la guardia un poco más baja y las expectativas un poco más amplias, mi hermano Manu acepta la oferta de mi Papá de verme más de cerca.
Son segundos de tensión. Mi Mamá toma la cámara y enfoca, aunque la luz no ayuda.
Mi Papi lo alza, cosa de evitar cualquier manotón sorpresivo, y se acercan. Me mira. La verdad, mucho no lo veo. Bah, todavía no veo casi nada. No es algo personal.
Pero se lo adivina bueno, tiene cara de bueno; aunque también se lo ve grandote, morrudo. Sí, debe ser de esos buenotes que, de pronto, se hartan y te pegan un voleo que te manda a la cancha de Huracán, sin escalas.
Tomaré debida nota.
Reacciona bien. Su sonrisa es moderada, sin exageraciones y, sabiamente, mi Papá lo aleja antes de cualquier idea extraña se cruce por su cabeza.
Va a ser complicado, pero creo que nos llevaremos bien.
Con la guardia un poco más baja y las expectativas un poco más amplias, mi hermano Manu acepta la oferta de mi Papá de verme más de cerca.
Son segundos de tensión. Mi Mamá toma la cámara y enfoca, aunque la luz no ayuda.
Mi Papi lo alza, cosa de evitar cualquier manotón sorpresivo, y se acercan. Me mira. La verdad, mucho no lo veo. Bah, todavía no veo casi nada. No es algo personal.
Pero se lo adivina bueno, tiene cara de bueno; aunque también se lo ve grandote, morrudo. Sí, debe ser de esos buenotes que, de pronto, se hartan y te pegan un voleo que te manda a la cancha de Huracán, sin escalas.
Tomaré debida nota.
Reacciona bien. Su sonrisa es moderada, sin exageraciones y, sabiamente, mi Papá lo aleja antes de cualquier idea extraña se cruce por su cabeza.
Va a ser complicado, pero creo que nos llevaremos bien.
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