martes, 27 de mayo de 2008

Mi primera visita al trabajo


27/05/08
Año 1. Día 17.
Realmente no esperaba que sucediera tan pronto, pero las necesidades de la empresa reclamaban la presencia aunque sea fugaz de mi Mamá. Y si ella iba, yo también.
La foto -tomada con el celular- no muestra mucho; bah, en realidad, no muestra casi nada. Estoy con mi Papá en la vereda de casota, esperando que mi Mami saque el auto del garaje.
La experiencia de conocer el trabajo de mis Papis, en Avellaneda, fue altamente satisfactoria. Comí y dormí como corresponde, en la misma habitación que disfrutó mi hermano Manu durante tanto tiempo y en la misma practicuna que nos prestó mi tía Marisa. Recibí muchos halagos de todos los que conocí, como Cacho -el señor de la entrada- o Mirta, compañera de mis Viejos.

domingo, 25 de mayo de 2008

Los tíos Ivana y Marcelo 2


Año 1. Día 15.
Ya repuesto, recomenzaron las visitas. El Día del Primer Gobierno Patrio vinieron los tíos Ivana y Marcelo. Ella es la madrina de mi hermano Manu y estuvo jugando a la lucha con él. Marcelo, por su parte, se dedicó a mimarme.

jueves, 22 de mayo de 2008

Mi primer baño


Año 1. Día 12.
Y, sí, entre una cosa y otra (entiéndase internaciones y sus repercusiones en la rutina de la casa), mis Papis tardaron un poco en bañarme. La verdad es que yo tenía algunas reservas respecto a este tema, pero la experiencia resultó agradable. A nadie le puede disgustar demasiado que le hagan mimos con agua tibia y le canten.
Además mi Mamá estaba ahí garantizando que todo resulte de la mejor manera. Mi Papá, en cambio, se la pasaba yendo y viniendo a y desde la cocina, respondiendo a las inquietudes de mi hermano Manu o simplemente procurando que no se sienta solo ni desplazado.

lunes, 19 de mayo de 2008

Un día en la vida


Año 1. Día 9.
Así están las cosas. Mi hermano Manu se la pasa mirando sus pelis, comiendo, jugando y lloriqueando como caprichoso, y se las ingenia para que casi todas esas actividades involucren a Papá. Mientras todo eso queda circunscrito a la cocina, tal vez hasta lo tolero... un poco. Aún no me acostumbro a las ausencias de mi Papi, pero al menos mi Mamá me hace compañía. Nunca la suficiente para mi gusto. Ahora, si Manuel además comienza a creer que esta es su casota, donde él hace y deshace, no sé cómo responderé.
Por ahora y como se aprecia en el video, lo vengo sobrellevando con la altura, la elegancia y la discreción que me caracterizan. Pero que nadie se ilusione: no ofrezco garantías de que esta situación pueda prolongarse demasiado en el tiempo.
Al margen de todas estas consideraciones, la verdad que cambiar un poco de aires -y no estar encerrado en la habitación- viene bien. Me gusta verlo a Manuchito, observar sus gestos y sus maneras de actuar.

viernes, 16 de mayo de 2008

Chau a la Trinidad 2


Año 1. Día 6.
Me hicieron los análisis muy temprano y los resultaron fueron... ¡excelentes! Así es que me podía ir a casota. Pero la que estaba más contenta era mi Mamá, que no lo podía creer, aunque lo esperaba.
Después de hacer todos los trámites, salimos del sanatorio casi al mediodía y al ratito nomás ya estábamos en Parque Patricios.
Mi hermano Manu estaba en el Jardín y Papá en el trabajo, por lo que dormí y comí de lo más tranquilo hasta bien entrada la tarde, cuando volvieron de sus actividades. Contrariamente a lo que temía, Manuel se portó bastante bien. Incluso hasta intentó hacerme alguna caricia tímida.
Pero el que se portó mal fue Psycho, que está peor que Manuchito. Celoso, llora porque quiere entrar a la habitación de mis Papis. Viene por el balcón y se sube en dos patas contra la persiana. O chumba y chumba, una y otra vez; no lo suficientemente fuerte para que Papi lo rete ni bajito como para no molestar.
A la nochecita vinieron de visita la tía Mariela y la prima Malena, y entonces sí -ante lo que consideró un exceso de atención hacia mi persona- Manu empezó a ponerse un poco espeso, subiéndose a la camota de mis Viejos a rodar o a tirar patadas por el aire.

jueves, 15 de mayo de 2008

Neonatología


Año 1. Día 5.
La foto muestra la puerta de acceso al lugar donde estoy internado y es de la época de cuando nació mi hermano Manu. Los lockers que se ven a la izquierda ya no están, pero el panorama es más o menos el mismo.
Tuve una noche relativamente tranquila. A pesar de las enfermeras de terapia mínima, que -según lo que descubrió mi Mamá- no se comparan en eficiencia con las de terapia intensiva. Para empezar, mi Mami les dejó de su leche para que me den a la noche, pero igual me dieron de fórmula, que me seca.
Mi segunda jornada transcurrió bastante bien, con intensas sesiones de lámpara para que los niveles de bilirrubina alcancen los valores óptimos. Un primer análisis dio muy favorable y el próximo será mañana a la mañana. Ese será el momento clave: si sale bien, me darán el pasaporte a casota.

Hola a la Trinidad 1


Año 1. Día 4.
Mi primer día fuera del sanatorio transcurrió con cierta normalidad. Como dije, mi abuelo Pichi nos llevó a todos -incluyendo a María, que nos va a ayudar todos los días- a casota. El 13 resultó un día bastante templado y muy soleado. El viaje, tranquilo.
En casa, me presentaron a mi perro Psycho, un bretón hermoso y juguetón de casi 10 años, que me olfateó hasta cansarse. ¡Cómo vamos a jugar en cuanto pueda...!
Mi hermano Manu estaba en el Jardín o sea que durante casi todo el día la atención estuvo centrada en mí. Pero las cosas empezaron, digamos, problemáticas. El armado de la practicuna que me regaló la abuela Katty fue todo un tema, pues la muy caprichosa no se quedaba quieta y se desmoronaba. Todos se pusieron nerviosos; en especial, Mamá -que le echaba la culpa a Papá por no haberla armado antes- y Papá -que se defendía argumentando que ella podía haberla dejado armada cuando la probó hace unos días-.
Minutos de tensión que se disiparon cuando finalmente Papi, luego de transpirar e insultar a los dioses, logró instalarla.
El día transcurrió con cierta calma, sólo interrumpida por los ladridos y gemidos de Psychote, que quería entrar a la habitación de mis Papis -mi nuevo alojamiento-, puesto que me consideraba un invasor de su anterior territorio.
Después llegó Manuel del Jardín y todo siguió bien, aunque a mi hermano no le causara mucha gracia verme mamando. Como prometí, me dediqué a descansar y tomar mucha teta. Eso hice: todo el día y toda la noche. De todos modos, hoy día 14 habíamos quedado con mi pediatra Marcelo en presentarnos al sanatorio para hacer un control de la bilirrubina.
A la mañana, Papá y Manuchito fueron al Jardín y al trabajo. Mami y yo partimos hacia el sanatorio a hacernos el chequeo.
Sorpresivamente, pese al descanso y a la buena alimentación, los niveles de bilirrubina incluso habían subido. Marcelo fue terminante: iba a tener que quedarme en observación y a recibir generosas sesiones de lámpara en Neonatología. Por lo menos 48 horas, después de eso se vería qué curso habría que tomar.
Para Mamá fue un brusco volver a vivir situaciones que creía habían quedado en el pasado del nacimiento de Manu, que pasó 36 días entre las terapias intensiva e intermedia.
Claro que no era lo mismo; en mi caso, se trataba de terapia mínima. Pero para ella resultó muy fuerte. No se lo imaginaba. No podía creer que nos pasara esto, que esto le sucediera de nuevo. Lo tomaba como una maldición. De pronto, se encontraba otra vez en el mismo lugar, nuevamente dejando su leche en frasquitos para que me alimenten a la noche.
Para Manuel también significó un impacto. Si bien mucho todavía no me aprecia, tampoco quiere que yo desaparezca del mapa. Cuidado con lo que deseás, que se te puede cumplir, debe haber pensado y seguramente se asustó de lo que los deseos pueden lograr.
No hay fotos de este día, pero la imagen transmite bastante bien lo que sentían todos. Yo, la verdad, mucho no me di cuenta de lo que pasaba.

martes, 13 de mayo de 2008

Chau a la Trinidad 1


Año 1. Día 3.
Hoy es el día de partir, de ir a casota, de empezar la verdadera vida.
La pediatra firmó el alta con todos mis parámetros en condiciones, salvo uno: el de la bilirrubina, ligeramente por encima de lo normal. Pero mi neonatólogo -Marcelo, el mismo de mi hermano Manu- dio el OK para la salida con una condición: tengo que tomar mucha teta. Lo haré, lo prometo.
Afuera, me esperaba el mundo, mi abuelo Pichi -que nos llevó a casota- y María, que comenzará a ayudarnos.
Todo saldrá bien.

lunes, 12 de mayo de 2008

Cuando los mundos chocan


Todos lo estaban esperando y pasó. Yo no lo esperaba y por eso no me mentalicé para que sucediera o no sucediera, pero -cuando llegó el momento- sucedió.
Chocamos.
Digo, mi hermano Manu y yo, colisionamos. Tuvimos un cruce de personalidades. No fue nada del otro mundo, pero sacamos algunas chispas.
Llegó del Jardín con Papá y en el sanatorio se encontraron con el tío Héctor, que estaba de visita. Se pusieron a ver unas fotos y todo estaba perfecto. Después vinieron mis tíos Silvana y Eduardo, y todo siguió bien. Incluso tuvo el gesto de cortesía de servir de anfitrión para mis tíos, presentándome. Nadie lo obligó, salió de él.
Las cosas estaban más o menos en su lugar. Hasta que tuve la osadía de tener hambre, sueño o lo que se me cantara en ese momento, y de la única manera que sé avisarlo lo hice: lloré. Y esa masa de carne y pelos se puso medio loquita. Claro, No pasa nada, dijo Mamá.
Logró contenerme algunos segundos, no lo niego, pero mi insistencia lo superó y ahí medio que se sacó. Tomás, levantó la voz para que yo me calmara. Tomás, insistió, y sonó feo. Ni bolilla le di. Al contrario, más me decía, yo más lloraba. ¿Ah, sí? ¿Te hacés el malo? ¡Yo soy más malo! Dicho esto a los alaridos en mi idioma. Tal vez exageré un poco y sus intenciones fueron buenas, quizá propias de la novedad o el susto, pero por las dudas que sepa que no me va a venir a hacer callar de prepo.
Eso fue todo. Si les llega otra versión, no la crean. Esto fue lo que pasó. Es la pura verdad.

Mis tíos Silvana y Eduardo


Ya al caer la tarde vinieron mis tíos Silvana y Eduardo, que es hermano de mi Papá.
Se portaron muy bien con Mamá y conmigo, pues me trajeron un montón de esas cosas que son muy útiles para un recién nacido (mamaderas, pañales, etc.), pero sobre todo porque lo mantuvieron entretenido a mi hermano Manu, que a esta altura de la situación empezaba a perder la paciencia con mi sola existencia y se acercaba cada vez más amenazadoramente.

El tío Héctor


Hacia la tardecita llegó el tío Héctor, que es el padrino de mi hermano Manu. Hizo un esfuerzo muy grande por venir a conocerme, pues está en pleno proceso de refacción de la casota que se acaba de comprar en Martín Coronado y a la que quiere mudarse cuanto antes.
En la imagen se lo puede ver junto a mi Mamá y a Manuel, mirando unos fotos que trajo mi hermano y que le sacaron en el Jardín.

Mi prima Ornella 1


Más avanzado el día conocí a mi prima Ornella, a quien el ingenuo de mi hermano Manu llama novia. Por ahora no puedo hacer demasiado por competir, limitado a estar prácticamente postrado, pero ya veremos novia de quién será en unos meses, cuando comience a desplegar mi arsenal de seducción.

Mis tíos Maby y Ricardo


Año 1. Día 2.
Tempranito vinieron mis tíos Maby y Ricardo, que es hermano de mi Papá. Ella se operará mañana de un problemita que le molesta y eso la tiene un poco preocupada.
Después me enteré que, por suerte, la cirugía resultó un éxito, aunque parece que Maby -como paciente- no es fácil de sobrellevar.

domingo, 11 de mayo de 2008

El tío Christian


Casi al caer la tarde llegan los tíos Christian y Mariela, con los primos Simón y Malena, que se portaron rebién. Chris siempre pone una cuota de humor, sobre todo en situaciones de cierto desborde, digamos, popular. Es pocas palabras, la habitación comenzaba a desbordar de chicos y él ayudó a que la cosa más o menos se encarrile.

Mi abuelo Pichi


Aquí está mi abuelo Pichi, casi al final de una jornada laaaarga-laaarga, que lo tuvo de aquí para allá. Primero, anoche, cuando llegó al sanatorio de madrugada -en Palermo- para hacerle el aguante a mis Papis. Después de que se aseguró que todo haya salido bien, llevó a mi abuela Katty hasta mi casota -en Parque de los Patricios- para que cuidara a mi hermano Manu. De ahí, regresó a Palermo para intentar dormir algunas horas, aunque sea.
Hoy a la mañana partió nuevamente hacia el sur a buscar a la Abu y a Manuel, para que me conocieran. Luego salió arando hacia el Tigre a buscar a mi primo Pedro, que venía de la isla donde vive con el padre los fines de semana, para que me conozca. Y lo trajo.
Recién a eso de las 4 PM pudo parar un segundo para llenar la panzota.
La verdad, estuvo para sacarse el sombrero.

Los tíos Ivana y Marcelo 1



También vinieron a visitarnos los tíos Ivana -madrina de mi hermano Manu- y Marcelo -de quien se rumorea que será mi padrino-, amigos de mi Papá de toda la vida; pero, de toda la vida en serio, ¿eh?
Como se ve en la foto, Marcelo no hubiera encontrado mi cuna de no ser por la inestimable -y desinteresada- ayuda de Manuel. Ivana, para variar, se la pasó retándolo a mi Papi por todo, como suele suceder. Y suele merecer.
Y también, como suele ocurrir, mi Papá se limitó a responder Ajá.

Mis tíos Liliana y Gustavo


Mi tío Gustavo es el hermano mayor de mi Mamá y mi tía Liliana es su esposa. Son los papás de mis primas Dina -que se comportó como toda una señorita durante la visita, porque ya es grande- y Alma -la nena de la foto, que vino a pesar de padecer una gastroenteritis muy fuerte-.
Tía Liliana se portó muy bien con mis Papis, sobre todo anoche, cuando todos los planes fracasaron y no había quien fuera a casota a cuidar a mi hermano Manu.
Otro que figura en la imagen es mi primo Pedro, hijo de mi tía Marisa. Él también se portó muy bien, hasta que se encontró con Manuel y, juntos, se potenciaron hacia el caos.

Mi abuela Katty 1


En esta foto no se la ve muy bien, pero demuestra que aquí está. Mis Papis están muy agradecidos con ella, porque ayer a la noche se quedó en casota cuidando a mi hermano Manu y hoy se quedará acá, con nosotros, a hacernos compañía.
Espero que cuando yo crezca, mi abuela Katty también me teja medias de lana, juegue conmigo y me compre muchos chiches, como hizo con Manuel.

Mi hermano Manuel


Por fin nos conocemos.
Con la guardia un poco más baja y las expectativas un poco más amplias, mi hermano Manu acepta la oferta de mi Papá de verme más de cerca.
Son segundos de tensión. Mi Mamá toma la cámara y enfoca, aunque la luz no ayuda.
Mi Papi lo alza, cosa de evitar cualquier manotón sorpresivo, y se acercan. Me mira. La verdad, mucho no lo veo. Bah, todavía no veo casi nada. No es algo personal.
Pero se lo adivina bueno, tiene cara de bueno; aunque también se lo ve grandote, morrudo. Sí, debe ser de esos buenotes que, de pronto, se hartan y te pegan un voleo que te manda a la cancha de Huracán, sin escalas.
Tomaré debida nota.
Reacciona bien. Su sonrisa es moderada, sin exageraciones y, sabiamente, mi Papá lo aleja antes de cualquier idea extraña se cruce por su cabeza.
Va a ser complicado, pero creo que nos llevaremos bien.

Comprando voluntades


Finalmente, el encuentro se produjo: mi hermano mayor, Manu, vino a visitarme. Y, para que no se ponga mal, mis Papis le dieron unos regalos de mi parte, pero que -en realidad- los compró mi abuelo Pichi medio a las apuradas.
Lo que importa es la intención, pues su reacción fue muy positiva y lo tomó a bien, cambiando una actitud que venía un tanto resentida.
Espero que se mantenga lejos de mi cuna hasta que se calme. Por ahora no me vio.

Mi tía Marisa y la tía Mariela


Promediaba la mañana y llegaron mi tía Marisa -hermana de mi Mamá- y la tía Mariela, amiga de mi Mami de toda la vida, y la última de un grupo que se disgregó por esa cosa que parece tiene nuestro país, de desalentar a la gente; o, mejor dicho, de alentarla para que se vaya a buscar nuevos horizontes.
Marisa después se iría a trabajar, para volver a la tarde junto a su hijo, mi primo Pedro. Mariela luego regresaría con el tío Christian y los primos Simón y Malena. Mariela se portó más que bien, pues se quedó a hacernos compañía en la noche del lunes.

Mis tíos Silvia y Hugo


Luego de una noche bastante apacible, dentro de todo, pues me limité a comer y dormir, la primera visita que recibí fue de los tíos Silvia y Hugo. Ella es la mayor de los hermanos de mi Papá, aunque menos en broma de lo que cree suele asegurar a medio mundo que en realidad sería la menor. Ante eso, la gente parece que sonríe piadosamente.
Bueno, qué se le va hacer, hay gente a la que los años les producen estragos.

Día 1


Año 1, día 1, hora 1.
Ahora sí, basta de franela introductoria y pasemos a los hechos.
Poco puedo contar de las instancias previas a mi llegada; eso que con tono fatalista seguramente les relatará otro. Puedo hablarles de lo que tiene que ver conmigo, aunque la mayor parte la rescate entre la bruma.
¿Cuándo decidí nacer?
Esta es la última foto, fue lo que dijo mi Papá ayer a la tarde, cuando la retrataba a Mamá por novena vez en otros tantos meses. Es un comienzo. Quizás lo tomé de manera literal y se me ocurrió que era buen momento para nacer.
Pantallazos. Eso es lo que tengo.
A la nochecita, en el shopping Alto Avellaneda, en un pasillo, comenzando a hacer fuerza para salir y Mami haciendo lo mismo, pero para que vuelva a entrar.
O a la noche-noche, mientras Mamá tomaba un baño de inmersión que la relajara y yo pensaba...
¿Te parece que es hora de relajarse?
Como las contracciones se habían disparado -ocurrían cada 2 minutos-, la partera Teresa le dijo a mi Papi que salieran corriendo hacia el Sanatorio de la Trinidad, que allí se encontrarían en la guardia. Considerando que yo sería el segundo hijo, los tiempos se aceleraban, por lo que corría el riesgo de nacer, digamos, sobre un taxi.
¡Paren todo!
La prioridad era garantizar la seguridad de mi hermano, que dormía en su cuarto el sueño de los inocentes. Como lo habían previsto y dada la gran cantidad de gente que se ofreció a cuidarlo anticipando esta circunstancia, mis Papis dieron comienzo al Plan A: los tíos Fernanda y Héctor, nuestros vecinos de abajo.
Nadie atendía ni en la casa ni en los celulares. Oh-oh.
Bueno, era una posibilidad. Imagínense, sábado a la noche; la gente, suele salir a divertirse... Entonces pasaron al Plan B: la abuela Katty.
No atendía ni en la casa ni en el celular. Lo mismo ocurría con el abuelo Pichi. Oh-oh.
A no desesperar. Era hora del Plan C: mi prima Florencia, que vive a una cuadra.
Nada por aquí, nada por allí. Oh-oh.
Mientras Mamá se cambiaba y desesperaba por encontrar a alguno de todos los mencionados, Papá juntaba todos los petates y pergeñó el Plan D, que bordeaba la desesperación: la tía Liliana, que vive en Barracas.
Al fin, alguien que respondió y afirmativamente.
El siguiente paso fue encontrar un taxi. Como no podía ser de otra manera considerando el contexto, tenía demora. Pero, bueno, finalmente, todo se encarriló: llegó la tía y, enseguida, el taxi.
Mis Papis partieron raudamente y el viaje resultó bastante apacible, dentro de todo.
Ya en la guardia del sanatorio, la partera revisó a Mami -confirmó que yo estaba a minutos de nacer- y le dio varias órdenes a Papi, que tenían que ver con la internación, la burocracia hospitalaria y los antecedentes médicos.
Y yo que quería nacer. Y Mamá que sufría.
Llegaron los abuelos. Mi Papá los saludó y se vistió para presenciar el alumbramiento. Cuando le permitieron el paso, lo primero que escuchó fueron los alaridos de alguna pobre mujer que sufría los dolores de parto. Como la voz desgarradora le resultaba irreconocible, al principio no supo de quién se trataba. Luego la vio: era Mamita. El espectáculo era poco recomendable y una enfermera lo hizo salir a los empujones.
Afuera nuevamente, un padre primerizo le dijo con ironía: Nadie dijo que sería fácil...
No pasa nada, lo y se tranquilizó Papi. Esa que grita es mi mujer.
Inmediatamente lo volvieron a hacer entrar. Los gritos tenían que ver con la ausencia del anestecista, que estaba disfrutando de una fiesta de 15 y por eso no llegaba.
El obstetra esperaba afuera al colega demorado y la partera le sugería a mi Mami que tratara, no sé, de cerrar las piernas, más o menos. Pero los dolores la estaban matando y ella empezó a pujar. Al principio, sin ritmo, pero después encontró la cadencia justa.
No habrán pasado más de 10 minutos que salí como un chicotazo.
Parirás con dolor, dispuso Dios y así fue; exactamente a la 1.45 del domingo 11 de mayo de 2008, en la ciudad de Buenos Aires. 4,500 kg, gramo más, gramo menos, fue lo que pesé y 51 cm mi estatura. 38 semanas exactas, aseguró la neonatóloga. Una enfermera me higienizó, tomó la temperatura, me vistió y comprobó 2 cosas: que mis pies son enormes y que, en ciertas circunstancias, como por ejemplo cuando nazco, tengo un humor de perros.
De ahí mi Papá -un tipo alto, ojeroso y con olor a tabaco negro- me alzó y me llevó para que conozca mi Mamá, que me aguardaba ansiosa.
Después todo fue coser y cantar. No se pueden quejar: les dejé pasar una noche tranquila. Me limité a hacer cacona, comer y dormir, que es lo que se esperaba de mí.

La verdadera foto # 1


Año 1, día 1 y algunas horas de vida.
Hola, de nuevo, pero ahora de verdad.
¡Hola! ¡Llegué! Aquí estoy. Aquí soy. Porque cambió el tiempo de verbo. Ahora soy.
¿Mi nombre? Tomás Bautista Frecha. Por gusto de mis Papis, solamente. De Tauro, si es que a alguno le interesa.
En este blog les contaré la historia de mi vida por intermedio de los ojos, los oídos y, por supuesto, los dedos nicotinosos de mi Papá.
Ojalá les agrade lo que vean aquí.
Hoy me limito a presentarme formalmente con esta imagen, la primera que me han tomado -obvio, el obsesivo de mi Papi-, junto a la persona más importante de mi vida: mi Mamá.
Ya habrá tiempo para entrar en detalles.

Mi diario


De esto se habla hoy, el día en que nací. Este es el mundo al que acabo de llegar.

¡Shhh...!


No digan nada, pero ya nací.

sábado, 10 de mayo de 2008

9 meses



La cuenta regresiva terminó. Todo está listo, organizado y planificado. Cada uno sabe lo que tiene que hacer y, mientras la espera se agota, viene bien un repaso de lo sucedido hasta ahora.
9 meses de espera, que pasaron a una velocidad supersónica. Una nueva vida que se viene, fruto del amor más puro. Una pancita de mujer deportista que pasa a panzota de embarazada.
En definitiva, al contrario de como dicen en los velatorios...
Hoy no estamos, mañana estamos.

Mes 9


Con estas fotos comenzamos el último mes del embarazo de mi Mamá. Bueh, en realidad, las fotos las sacamos un poco tarde, porque debíamos hacerlo la semana pasada. Pero, bueno, ustedes saben cómo son estas cosas.
Fue un mes más tranquilo que el anterior, durante el cual sólo me moví durante la noche o cuando tenía hipo.
El miércoles concurrimos al obstetra -que dijo que todo estaba bien- y, una hora después, fuimos al Sanatorio de la Trinidad para la primera sesión de monitoreo fetal. Parece que es una especie de electrocardiograma, con los sensores puestos en el vientre de Mamita, de tal manera de poder captar mi situación. A ella le encantó, porque le recomendaron que comiera y tomara cosas dulces, como chocolate y Coca-Cola, para que yo me moviera más en su panzota. Todas las semanas vamos a tener que repetir estos estudios que, por suerte, también salieron bien.
Bueno, esto es todo por ahora. Ya no habrá más foto Mes #, como hasta ahora; salvo alguna que otra toma en algún evento social.
Como dijo mi Papá al final de la sesión fotográfica.
-Esta es la última foto -a la manera de broche de oro de este registro de 9 meses.
Nunca imaginó que sus palabras serían premonitorias.

Un montón de amiguitos

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