miércoles, 30 de julio de 2008

Papito anda con nanas


No sé muy bien lo que pasa, dado que me la paso en la habitación de mis Papis, durmiendo, comiendo o -simplemente- mirando el techo. Todo eso porque todavía soy un bebé al que les resulta muy fácil engañar. Reitero, no sé muy bien lo que pasa, pero pasa algo. Más precisamente a mi Papá. Y me refiero a la salud, claro.
Hace varias semanas que anda con tos, con muuucha tos. Sí, anduvo resfriado como todos. Y como suele sucederle, también anduvo con bronquitis, que se prolongó, prolongó y prolongó. Tanto se alargó la cosa que hasta el día de hoy sigue tosiendo.
A la mañana, cuando se despierta, no se imaginan los trucos que tiene que hacer para no despertarme con sus ataques de tos (como meterse la sábana en la boca, por ejemplo). Bah, él cree que no me despierta, pero lo he escuchado más de una vez.
Pero a la noche llega lo peor, cuando hay momentos en que no puede hablar de corrido para leerle cuentitos a mi hermano Manu, porque la garganta le empieza a picar mucho y se le cierra (Por el calor del aire acondicionado, explica Papi) o cuando se acuesta a dormir y no para de toser (Por la postura del cuerpo, asegura convencido de que le creemos).
Además estas últimas noches se ha sentido muy débil; tanto, que necesita recostarse un rato en el sofá del living antes de cenar. Encima, bajó 8 kilos en 20 días. Como mucho 20 días, ¿eh? Él dice que es el estrés y todo ese verso.
No sé... No me gusta que no se cuide, que se quede sin aire cuando sube las escaleras o que tosa en cuanto empieza a reír. No sé. Algo tiene que hacer.

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Un montón de amiguitos

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