lunes, 9 de junio de 2008

Hola a la Trinidad 2


09/06/08
Año 1. Día 30.
  • A veces no hay nada para decir.
  • A veces, mejor no decir nada.
  • A veces hay que decir lo que uno cree.
  • A veces, lo único que se puede decir es que...
No lo puedo creer

Para ser francos, me acuerdo poco o nada de lo que aquí se relata. O sea que siendo yo el foco del problema, el problema se lo hacían los demás. Para el caso, tampoco importa, ¿no?
Todo se dio bastante rápido. A ver...
  1. Día con mucho noni y poca teta. Noche con mucho más noni y menos teta aún. Y algunos quejidos leves y extraños.
  2. Papis que se van a dormir bastante inconscientes de lo que sucede.
  3. Papá que se va a su sesión de psicoanálisis, Mamá que se queda con la cabeza trabajando y pensamientos que no cierran.
  4. Termómetro, temperatura, llamado al pediatra, partida a la guardia.
  5. Mami y Papi se encuentran en la guardia del Sanatorio de Trinidad. No saben qué sucede y se ponen nerviosos. Tienen miedo. No hay otros síntomas -salvo la piel reticulada- y eso los desorienta más.
  6. Luego de una larga espera, el pediatra de guardia me atiende, suministra un antipirético y consulta a mi médico personal. Demasiada temperatura para un bebé que no llega al mes. Todos recomiendan una internación en observación en el pabellón de Pediatría del 2º piso.
No lo puedo creer
Espera en un box de Terapia Breve, así lo llaman. Y allí, maniobras para colocarme una vía, maniobras para tomar muestras de mi orina, pinchazos en falso en pos de una maldita vena, mi cuerpo que irradia calor y en el lugar hace frío.
Y yo desnudo. Muy poco sexy, oh, sí, Señor.
Esperamos todos. A veces, me adormezco, sueño con vaya a saber qué cosas que ni siquiera aprendí a nombrar. Otras veces, me despierto y escucho lo que sucede. A lo lejos, la atención en recepción de la guardia, gente que tose, algún nene que llora. Aquí nomás, a mi lado... tengo varios papás.
Un Papá que se siente de hielo, insensible, despreocupado, trazando mil hipótesis que relativizan o subestiman los motivos de la internación.
Ese es mi Papi; sí, Señor, un cubito recién sacado del freezer.
Un Papá que se siente de flan, aterrado, con miedo a todo; a lo que me pueda pasar, a lo que él no sepa hacer o no haga a tiempo. Con pánico a la sola idea de que me pase algo y él, por haber estado atendiendo a mi hermano Manu en demasía, no me haya llegado a conocer.
Ese es mi Papi; sí, Señor, un budín recién sacado del horno.
Mi Mamá se deja tranquilizar por Papá 1 y, segundos después, sin solución de continuidad, consuela a Papá 2.
Los minutos pasan. Vamos a Radiología y me toman una placa.
Más minutos.
Me vuelven a tomar la temperatura. El antipirético funcionó.
Minutos por aquí y por allá.
Administración dice que no hay camas disponibles; mi pediatra promete conseguir una; Pediatría dice que , pero que No; Administración ahora dice que , pero que espera el OK de Pediatría; mi pediatra dice que ya está; Pediatría dice que en cualquier momento...
Y yo sigo ahí, esperando, sin saber lo que pasa.
Lo único cierto es que recién varias horas después llegué a una cama de verdad. Mamá se quedó conmigo todo el tiempo. Papá fue al Jardín a buscar a Manuel, que se puso pálido ante la noticia: un poco porque le dio miedo y otro poco porque no le gusta despegarse ni un segundo de mi Mami.
Y aquí estamos.
El mundo sigue andando.

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Un montón de amiguitos

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