Repuestos ya del susto -exagerado por el mocoso de mi hermano Manu-, de mi internación en el sanatorio por apenas 48 horas a causa de un proceso viral de morondanga, pasamos un muy lindo Día del Padre con un integrante más en la familia: yo.
Empecé la jornada bien temprano, despertando a Mamá y a Manuel, aunque no sé si el orden es el correcto. Mami me cambió el pañal, vistió a Manuchito y nos explicó cómo sería la cosa.
Bien simple:
Bien simple:
- Despertar a Papá.
- Darle sendos besotes.
- Ofrecerle nuestros regalos (¡mucha ropa linda para combatir el friíto invernal!).
- Y decirle...
Tanto preparativo hizo que las cosas salieron bastante bien, aunque hubo que repetir escenas, porque a la cámara no sé qué le pasaba. Le dimos una cartota súper emotiva y terminamos cantando, todos juntos...
Feliz, feliz en tu día...
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